Uno de los días de nuestra Ruta por Huesca en 10 días lo dedicamos a visitar dos pueblos con mucho encanto y un paraje que nos fascinó. Muy cerca ya de las tierras navarras y rozando la frontera con Francia, encontramos los pueblos de Hecho y Ansó. El primero se encuentra a 110 kilómetros de Huesca ciudad y el segundo a 44 kilómetros de Jaca, mientras que el segundo está a 13 kilómetros de distancia. Por supuesto, como en la mayoría de pueblos pirenaicos, llegar hasta estos lugares en algo que no sea tu coche particular es bastante complicado, puesto que el transporte público se limita a algún autobús con muy escasa frecuencia.
El pueblo de Hecho está lleno de fachadas de piedra que llevan muchos años inalteradas. En lo alto de los edificios encontramos grandes chimeneas coronadas en su mayoría por espantabrujas, figuras de diferentes formas que se colocan por la superstición popular para alejar a seres malignos. Estas chimeneas son, además, el centro de los hogares, alrededor del los que se reunía la familia.
Nada más entrar, en el lado izquierdo de la carretera, encontramos la Oficina de Turismo, donde a nosotros nos dieron una perfecta atención. Nos orientaron sobre lo que podíamos ver en el mismo pueblo y en los alrededores.
Justo enfrente podemos ver una escultura de una pareja vestidos con el traje típico de la zona. Si queremos indigar más sobre la cultura y las tradiciones de la zona, en el pueblo se encuentra también un Museo Etnológico. También disponen de un Museo de Arte Contemporáneo al aire libre, fruto de un Symposium Internacional realizado en el pueblo a finales de los 70 y principios de los 80.
Pasear por sus calles nos hace encontrar preciosos rincones que fotografiar, con sus casas llenas de plantas y flores. Es un pueblo en un enclave montañoso que tiene unas vistas preciosas mires hacia donde mires.
A pocos kilómetros de aquí, en dirección hacia la Selva de Oza, encontramos el pueblo de Siresa. Es una población que contará con un centenar de habitantes pero en la que destaca el Monasterio de San Pedro. Este edificio románico, que se puede ver desde la misma carretera, es el monasterio que se encuentra más al norte de España y el más antiguo de Aragón. Se pueden concertar visitas guiadas por 5€ adultos y 2€ los niños. Tenéis la información en la web del Centro de Interpretación del Megalitismo.
Este Centro se dedica a la investigación y difusión de los monumentos megalíticos que se han encontrado en el Valle de Hecho, y que nos muestran que esta zona ya estaba habitada en la prehistoria. Nosotros no lo visitamos, pero como nos indicaron en la Oficina de Turismo, nos dirigimos hacia la Selva de Oza en busca del círculo de piedras. Así que, tal y como hizo Claire en la serie Outlander, hacia allá nos fuimos.
Solo por el hecho de poder disfrutar de la carretera que lleva hacia la Selva de Oza ya vale mucho la pena dirigirse hacia allí. La Boca del Infierno es un tramo de barranco impresionante, por el que discurre la estrecha carretera. En verano además está bastante concurrida, también por un buen número de autocaravanas, así que mucha precaución.
La Selva de Oza es un paraje lleno de rutas por senderos entre abetos y hayas, rodeado de picos de más de 2000 metros de altitud. La carretera nos lleva hasta una llanura donde encontramos un camping con restaurante y un bar que sirve comidas, donde podemos dejar nuestro vehículo sin problemas. Recomendamos reserva previa si queréis comer allí, ya que cuando nosotros fuimos no pudimos hacerlo.
Nosotros íbamos buscando el círculo de piedras conocido como la Corona de los Muertos. Para llegar hasta él hay que coger el camino que hay justo enfrente del camping y subir hacia arriba unos 500/600 metros, allí encontraremos el desvío señalizado. Aquí fue donde nosotros nos volvimos atrás, porque se nos había hecho tarde y además estábamos bastante agotados de una ruta larga del día anterior, pero no nos encontrábamos muy lejos. La ruta de ida y vuelta tendrá menos de 3 kilómetros.
Nos dirigimos después a Ansó, pueblo miembro de la Asociación de los Pueblos más Bonitos de España. Es un pueblo bastante diferente a Hecho, puesto que recuerda más a las imágenes que tenemos en nuestra mente de los pueblos navarros, donde las fachadas mezclan la piedra y el blanco. En su perfil resalta su iglesia de estilo gótico ya desde lejos, que se construyó sobre el mismo lugar donde hubo un templo prerrománico anterior.
A la hora a la que llegamos, la oficina de turismo estaba cerrada, así que nos dedicamos a descubrir las calles por nuestra cuenta. Nos encantó la tranquilidad de sus calles y encontramos muchísimas fachadas y rincones que nos parecieron llenos de encanto. En algunos lugares pudimos ver también callejuelas muy estrechas que separaban las casas, que son las llamadas arteas.
Tuvimos también la oportunidad de degustar la cocina típica de la zona en el Restaurante Kimboa. El menú nos costó 17€ por persona, que incluía agua y vino. No había carta fuera del menú ni tampoco opción para niños, así que los pequeños tuvieron que compartir un menú de adultos. Pedimos una ensalada, una sopa, un plato de migas y embutidos a la brasa. Estaba todo muy bueno.
Paseando por el pueblo descubrimos que Ansó cuenta con un camping justo pegado a las casas. El río tampoco está demasiado lejos y hay algún área recreativa con zona para hacer fuego ideal para pasar el día.
Y hasta aquí nuestra aventura por los Valles Occidentales del Pirineo Aragonés. Si queréis colaborar con nuestro blog, aquí os dejamos unos enlaces de afiliado. A vosotros os costará lo mismo y a nosotros nos ayudará a seguir con estos artículos.
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No lo olvidéis. Si queréis pueblos llenos de encanto en un entorno de ensueño,
¡ no os perdáis Hecho y Ansó!