Para aquellos amantes de la historia, los que sueñan con príncipes y princesas y, en general, para los amantes de los castillos, en Huesca se encuentra un lugar que no debéis perderos: el castillo de Loarre. Se trata, sin duda, de una de las fortalezas mejor conservadas de Europa y es una visita adecuada tanto para realizar solo por adultos como para añadir niños en la ecuación.
Se encuentra en el sur de la provincia de Huesca, a una media hora de la capital, sobre un cerro que domina muchos kilómetros a la redonda. El pueblo de Loarre se sitúa justo a sus pies, después de ser trasladado desde el interior de las murallas del castillo hacia el siglo XVI.
El castillo está bien indicado y el acceso es bueno. En la subida nos encontramos con el camping “Castillo de Loarre”, en el que podremos encontrar, además de parcelas para tienda o caravana, bungalows completos, piscina y actividades como paseos a caballo. Nada más llegar a la explanada del castillo, nos encontramos con un amplio parking y a unos pocos metros, el edificio donde se encuentra la tienda y el restaurante.
Allí podremos conseguir nuestras entradas. El horario va cambiando a lo largo del año, siendo en verano de 10 a 20 horas. Si vais en otra época consultad en la web. La entrada de adulto cuesta 5.50€, mientras que la de niño son 4€. A esto nosotros añadimos la audioguía, que por 1,50€ te da una información muy extensa sobre el castillo y te ayuda además a organizar la visita y ver todos los puntos. Con la entrada entregan también un folleto con plano que puede seros muy útil, ya que también lleva una breve explicación de las diferentes estancias de las que consta.
También disponemos de la opción de ver el castillo con visita guiada, aunque nosotros no lo elegimos porque nos gusta tener más libertad. El precio de la entrada con guía es de 7€ para adultos y 5€ para niños. Hay varios turnos diarios, vale la pena visitar la página web oficial para conocer los horarios antes de vuestra visita.
Con la entrada del castillo, se incluye la visita a la Iglesia de San Esteban en Loarre y también a la Colegiata de Bolea, un edificio que destaca desde la carretera en un pueblo cercano y que desde abajo ya parece precioso. Nosotros no realizamos estas visitas por falta de tiempo pero si lo tenéis podéis aprovechar la oportunidad.
Tampoco utilizamos el servicio de la cafetería, que se encuentra adosado a la tienda y tiene una terraza acristalada que permite disfrutar de las vistas desde lo alto.
Como construcción histórica, el castillo está lleno de escaleras y accesos no adaptados, por lo que no recomendamos la visita a su interior con carrito de bebé o para personas con movilidad reducida.
Una vez entramos en el interior de la muralla, notamos que un amplio recinto se estableció alrededor del castillo, un par de siglos después de la construcción de los primeras partes, que fue ampliándose a lo largo de los años. Y desde aquí podemos observar la grandeza que caracteriza a este edificio con diez siglos de antigüedad que permanece inalterable al paso de los años. Destaca la Iglesia de San Pedro, una verdadera joya del románico y la torre albarrana, separada del conjunto y usada para la vigilancia, que se mantienen en pie desde el siglo XI.
Al subir las escaleras, a mano derecha se encuentra la cripta, un lugar oscuro y misterioso en el que alguna vez se encontraron las reliquias de San Demetrio, ahora en la iglesia del pueblo. Nos llamó la atención un grabado de un perro en una de las paredes, puesto que la cripta está dedicada a Santa Quiteria, protectora de la rabia. ¡Tratad de encontrarlo!
Dentro de esta cripta hay unas escaleras que nos conducirían a la iglesia, que se encuentra justo encima, pero este acceso se halla cerrado y se debe acceder por la escalera principal. El castillo era en un principio tan solo un lugar de estrategia militar, pero el rey Sancho Ramírez añadió una orden monástica a la ecuación y Loarre se convirtió en un edificio donde los soldados convivían con los monjes. Así se construyó la parte de la iglesia y todas las dependencias que fueron utilizadas como monasterio, a pesar de que prácticamente no había espacio y hubo que ganar sitio en la montaña.
La Iglesia de San Pedro es un lugar de techos altos, grandes vidrieras, con columnas en el altar coronadas con preciosos capiteles, que nos recuerdan al claustro del cercano monasterio de San Juan de la Peña. Cada uno de ellos cuenta historias diferentes, que van desde pasajes de la biblia a leyendas de animales mitológicos. Y allí un pequeño balcón nos muestra las maravillosas vistas que se extienden kilómetros y kilómetros.
Un poco más adelante nos encontramos con la zona del monasterio. Es difícil imaginar ahora que sobre esos arcos se elevaron tres plantas, que no han soportado el paso de los siglos porque estaban realizados en madera. Pudimos ver las oscuras estancias que los monjes utilizaron como despensas, pero que más adelante fueron los calabozos cuando los religiosos abandonaron el castillo.
La última parte de la visita es la zona que se cree que fue construida en primer lugar, la utilizada por los soldados. Tras pasar la puerta del castillo antiguo está el patio de armas y a su alrededor encontramos los aljibes y diferentes torres: la de la Reina, que se cree que se utilizó como torre de vigilancia y la del Homenaje, que podía quedar aislada porque en sus orígenes solo conectaba con el resto del castillo por un puente levadizo. Subimos a las dos por escaleras de madera que a los que nos dan pánico las alturas nos hicieron sentir un poquito de respeto.
Sobre el siglo XII, el castillo comenzó a perder importancia poco a poco y sobre el siglo XV quedó prácticamente abandonado, sin que se produjeran batallas ni eventos importantes. Eso ha producido que no haya sido deteriorado.
Desde luego, podemos aseguraros que este castillo está en un estado de conservación maravilloso, tanto que aparece en numerosas producciones de televisión y cinematográficas, entre las que destacan las españolas Valentina, La Noche Oscura, Tramontana y Miguel y William y la internacional El Reino de los Cielos bajo la dirección de Ridley Scott. Y hemos descubierto que Luis Fonsi grabó un videoclip aquí. Vamos, que el castillo de Loarre es todo un lugar de película.
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Para nosotros, Loarre ha sido todo un descubrimiento, donde nos hemos trasladado por completo a la época medieval.
¡Atreveros a vivirlo!